Compartimos un artículo de Alexia Rattazzi publicado en La Nación este martes 11 de julio. No dejen de ver el video!
Es impresionante ver como nuestras creencias influyen en nuestras actitudes y conductas en lo cotidiano. Basta con observar un poco alrededor, y saber ver.
Pararse distinto frente a la discapacidad
Estamos presenciando un fuerte cambio de paradigma en relación a la discapacidad. Venimos de un modelo médico hegemónico y vamos hacia un modelo social de la discapacidad, donde el foco no está puesto en las limitaciones de la persona sino más bien en las barreras del ambiente que impiden o dificultan que esa persona ejerza plenamente sus derechos. Derecho a la educación, derecho a la salud, derecho al trabajo, derecho a la sexualidad, derecho a la autodeterminación, derecho a la felicidad, y tantos otros derechos que todos tenemos.
Cualquiera de nosotros puede estar en una situación de discapacidad si en nuestro contexto existen barreras. Y cuando digo barreras, no me refiero sólo a las barreras físicas, esas que son más fáciles de ver, como la falta de una rampa en una esquina o de un ascensor en el subte para que una persona que se mueve en silla de ruedas pueda llegar a su trabajo. Y que aplica de la misma manera a una madre de mellizos con un cochecito doble en la parada del colectivo, cuando vivencia que ningún colectivo le frena. Me refiero también a esas barreras invisibles pero potencialmente muy dañinas que residen en las interpretaciones sociales, las creencias, los prejuicios, el estigma, el desconocimiento, el miedo ante lo desconocido. Esas son las barreras más peligrosas. Las que generan, por ejemplo, que en un colegio un directivo diga "este chico no es para acá", o que un profesional diga "este chico nunca va a caminar" o que un padre piense que su hijo o hija nunca va a formar una familia.
En nuestras creencias y miradas está la posibilidad de truncar caminos o habilitar sueños. Habilitemos sueños y deseos, por favor. Creamos en las capacidades de los niños, descreamos de los techos impuestos por otros, seamos respetuosos de la diversidad, no juzguemos (¡aprendamos de los niños!), seamos amables, seamos pacientes, seamos aprendices, sonriamos más, inspiremos a otros. Estas actitudes hacen toda la diferencia. Especialmente a las personas que sufren.
Vuelvo al principio... te pido que la próxima vez que estés en un restorán, en una plaza o en un cumpleaños y haya algún niño que te llame la atención por algo o te llame la atención algo que hayan dicho sus padres, acercate, sonreí y prestá atención. Ese niño tiene mucho que enseñarte. Y vos vas a estar activamente poniendo tu granito de arena para construir una sociedad más inclusiva y respetuosa de la diversidad.
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