Seis amigos sin señal en el Arbolito

Un grupo de amigos viajó al El Arbolito a disfrutar de lagos y montañas y afianzar su amistad. Faltó señal de teléfono, sobró naturaleza y amistad.

Tentados por las fotos y comentarios que habíamos recibido del lugar, 6 amigos nos propusimos conocer la Cabaña El Arbolito este año, y entre el 24 y el 27 de marzo logramos el objetivo. 

 

Llegamos a Villa La Angostura el viernes, donde el grupo se encontró con la primer prueba de convivencia: definir las compras de la comida para los siguientes 4 días. No fue tarea facil, ya que se disputaron decisiones fundamentales como que café comprar, o si es mejor el salamín picado grueso o fino.

 

En el puerto nos esperaba el barco del Club que nos trasladó a la cabaña, al mando de Omar. Durante nuestra estadía descubrimos que Omar no solo es timonel, sino que también es casero, guía turístico, relator de cuentos de montaña, experto en pesca, flora y fauna, y hasta confesor. 

 

Ya en el barco comenzó nuestro asombro por los paisajes que nos rodeaban. La conversación se centró en el lago, su inmensidad (tiene 70 km de largo y 500 ha de superficie), en las características del agua, que es cristalina con colores verdes, azules y hasta negro, que refleja las montañas que lo rodean cubiertas por abundante vegetación y con manchones de piedra. El lago, se convirtió así en nuestro compañero los 4 días, porque en este inigualable lugar todo gira en torno a él.

 

Luego de 30 minutos de navegacion, Omar nos señalo un punto rojo en la ladera de una montaña, que paulatinamente se fue agrandando hasta que tomó forma de Cabaña. Nos recibió el muelle, con su escudo y bandera de CUBA, y a continuación una verde pradera en donde se instala la cabaña, rodeada por un bosque de inmensos y centenarios cohiues y araucarias. 

 

En la cabaña todo esta en perfecto orden y limpieza, gracias a Teresa, esposa de Omar, quien nos recibió con una mezcla de calidez y firmeza. Teresa es el alma de la casa, nada puede ocurrir allí sin que ella de su bendición. Es la encargada de cocinar las cuatro comidas diarias, intentando mediar entre los grupos para que todos queden conformes. 

 

Dos factores hicieron que nuestra estadía fuese muy relajada. El primero fue la maravillosa naturaleza que nos rodeaba y que nos invitó a recorrer senderos de montaña, arroyos, lagos y playitas. El segundo fue que no había señal de celular, salvo en algunos puntos estratégicos, lo que nos salvó del síndrome de abstinencia. 

 

Los días allá se sucedieron entre trekkings, pesca, paseos en barco y hasta momentos en los que no fue necesario hacer nada mas que admirar y "escuchar" el silencio.  

 

La convivencia dentro del grupo fue muy buena, al igual que nuestra relación con la pareja de socios que compartió la estadía con nosotros. 

 

La despedida fue difícil, ya que dejar el paisaje paradisíaco para volver a la jungla de cemento costó. Dicen que todo lo bueno termina, asique aquí estamos, con recuerdos, fotos, anécdotas de este inolvidable viaje y, lo más valioso, las vivencias compartidas por un grupo de amigos que ya está pensando en su próxima escapada.  

 

Germán Gómez Crovetto 

Galeria de fotos: 

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